Entrevista: “Transformación de conflictos y construcción de diálogos en la provincia Neuquén (antes y con de la pandemia)”

Para el Nº 8 de la Revista Desarrollo y Territorio Mijal Saz, entrevista a Pablo Lumerman Sirote, politólogo, especialista y facilitador de procesos de transformación de conflictos. Desde Neuquén, provincia del sur Argentino, nos sumerge en la situación social y productiva del territorio, las formas de organización de los actores para la construcción de diálogo ante los conflictos existentes, antes y durante la pandemia. Asimismo, reflexiona sobre las acciones a futuro, en el marco de la pos pandemia y los temas relevantes a nivel local y regional.


Me gustaría que te presentes y nos cuentes dónde vivís y trabajas actualmente.

– Bueno, soy Pablo Lumerman. Tiempo atrás me gustaba presentarme como ciudadano del país de las manzanas. El país de las manzanas, en su momento se usaba para dar cuenta del territorio manejado por un cacique que se llamaba Sayhueque que operaba en lo que hoy es Junín de los Andes, San Martín, ese era su centro. Y las manzanas llegaban hasta acá, hasta la Confluencia, eran manzanas plantadas en siglo XVII por algunos curas que habían sido como adelantados en el proceso de colonización. Mascardi en particular, había plantado esas manzanas, y bueno, el territorio en el que vivo, se destaca por las manzanas. Yo nací en Buenos Aires, y cuando vivía ahí mi primera experiencia de contacto con este territorio fue a través
de unos jugos, se llamaban jugos “Cipolletti”2, eran jugos de manzana extraordinarios. Lo cierto es que yo soy un habitante, digamos, un ciudadano de la Patagonia, me siento así, neuquino, rionegrino. También tengo mi parte porteña pero soy profundamente del sur (se detiene y piensa) desde el sur, pensando desde la región, no?! Bien del sur y hacia el sur. Y eso siempre me identificó, con lo cual, cuando me dediqué a ciencia política, empecé a estudiar ciencia política, el tema del territorio, el sur, el norte, a donde estás ubicado, centro, periferia, siempre ya era un tema para mí. Cuando me fui a Buenos Aires a estudiar, estamos hablando del año 1997, se estaba planificando “el Neuquén del futuro lejano 2020”. Y ese fue como un acercamiento también muy temprano a lo que implica ejercitar la planificación territorial a escala, en este caso de una provincia. Así que todo eso se conjugó y a lo largo de mi carrera el tema del territorio, el tema política siempre fueron lugares a dónde volver, o desde dónde partir. Tengo 41 años, tengo 2 hijos, una familia establecida en términos clásicos con la decisión de quedarnos acá. Y hoy me dedico a la facilitación de procesos de lo que llamamos en mi campo transformación de conflictos. Después de la ciencia política me dediqué a la resolución de conflictos en la mediación, y ahí es donde el tema política, territorio se terminó de conjugar con el rol social, que es el rol de facilitador, del que articula, el que busca lo consensos y demás en un contexto determinado. Ese rol, yo no lo tenía tan claro, se me hizo muy atractivo, cuando lo conocí, cuando empecé a trabajar en la Fundación Cambio Democrático como una manera interesante de intervenir en lo público en un principio, en la Política Pública, en la medida en la que me fui metiendo en la comprensión de cómo son los conflictos y qué características tienen en producción de energía social, no solo de confrontación de narrativas sino de generación de oportunidades de futuros alternativos, digamos, en función de la conflictividad mis- ma. Me encantó eso, el encuentro entre el territorio, la política y conflicto y la posibilidad de intervenir desde lo profesional con este elemento plus que es la facilitación del diálogo; no sólo el deseo de que el territorio se organice sino con una técnica particular que facilita esa organización. Así que bueno, en esta manera atípica de presentarme, hoy por hoy me encuentro definiéndome como un facilitador, a veces también como un mediador, porque he participado en muchos casos concretos de conflictos abiertos judicializados y no judicializados, donde está la empresa, la comunidad, de repente el gobierno, y yo tengo que intervenir en proceso institucionalizado de mediación. Esto es algo que antes se hacía más en forma ad hoc, cada vez más las instituciones lo van incorporando en sus procedimientos para atender la conflictividad propia de los tiempos que corren, tiempos de altísima complejidad y de vulnerabilidad en donde estos dispositivos resultan mucho más adecuados que los clásicos de adjudicación vía judicial, donde uno decide por todos en función de interpretaciones de la ley que las partes muchas veces ni siquiera tienen presente, no?!. Y entonces, obviamente esos conflictos no se resuelven. Al no ser adecuado el método el resultado no es bueno, entonces el conflicto se hace crónico. Bueno, entonces muchas instituciones han incorporado la mediación. Y últimamente también, en términos de evolución del campo, a mí me empezó a atraer mucho el tema del vínculo de las cadenas de valor global, las cadenas de valor en general, y cómo se enclavan en los territorios; cómo las cadenas de valor se impactan en los territorios porque generan una especie de subordinación de lógica, donde la cadena gobierna. Acá (Neuquén) también se ve mu- cho en lo que es el negocio petrolero, con los principales resortes que hacen al futuro de un lugar por la actividad económica predominante, las principales decisiones y procesos se producen fuera del territorio, y lo condiciona fuertemente. Hoy lo vemos con la muerte de Vaca Muerta. Se ve entonces todo el proceso territorial de articulación, de configuración en torno a ese proyecto extractivo que de repente por una cuestión del mercado global ya no es viable, no es rentable; y en un contexto donde tenés 30 mil familias que viven directamente del petróleo y otras 150 mil familias que viven indirectamente del petróleo con su futuro “en las manos”.

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