El desarrollo territorial en Argentina: asignatura pendiente

El Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat ha encarado una importante política de suelo que lo diferencia de gestiones anteriores. POR MARTÍN SÁNCHEZ para Diario UNO


En el primer año de gestión, se ha dado en la tecla, ya que el problema del déficit habitacional no radica tanto en la vivienda y su construcción como en la imposibilidad de acceso al suelo por parte de vastos sectores de la población de nuestro país. Para ello, de la mano del ahora flamante Secretario de Desarrollo Territorial Luciano Scatolini y su equipo, se ha lanzado el Plan Nacional de Suelo, que incluye al Programa Nacional de Producción de Suelo, destinado a la generación de lotes con servicios para ampliar el acceso a suelo urbanizado y a la creación de bancos de tierras que sirvan para regularizar el mercado del suelo, constituyendo reservas de tierras públicas y logrando un aprovechamiento integral mejorando la oferta y los precios del suelo. Además de ello, el plan cuenta con un Programa Nacional de Capacitación y Asistencia Técnica, la construcción de una Mesa Intersectorial de Políticas de Suelo, y la creación de un Observatorio Nacional de Acceso al Suelo. Este ambicioso plan se articula también con el Programa Procrear, en su nueva versión, ofreciendo de este modo variadas soluciones en materia de hábitat a sectores medios y bajos.

Con la nueva gestión del Ing. Jorge Horacio Ferraresi, al frente del Ministerio, podemos decir que seguramente podrá avanzarse mucho sobre lo ya recorrido. Sin embargo, y como hemos dicho, se han hecho importantes avances en el tema suelo y “hábitat” pero el componente “desarrollo territorial” sigue siendo una asignatura pendiente. Es urgente, reactivar temas trascendentales como la planificación estratégica territorial de la Argentina, y la Dirección Nacional dedicada a ello -de gran actividad durante la primera década de este siglo XXI de la mano de Graciela Oporto y Marta Aguilar-, como también relanzar al Consejo Federal de Planificación y Ordenamiento Territorial (COFEPLAN), coordinando y articulando así las diferentes políticas de planeamiento a lo largo y ancho del país. Pero eso sólo no alcanza.ç

Si bien podemos decir que, en cierta forma, el desarrollo es un “concepto polisémico” y ambiguo, pudiéndose abordar desde distintas miradas y posiciones ideológicas y epistemológicas, convenimos en adherir a aquella definición donde el desarrollo territorial se traduce en “ampliar las capacidades” territoriales en un trabajo “bottom-up” desde las proximidades, citando a Pablo Costamagna y Oscar Madoery respectivamente. Hablar de desarrollo territorial implica entender que se trata de un proceso complejo y multidisciplinario, donde hay que crear capital social, construir redes de aprendizaje, potenciar a los actores locales, fomentar los liderazgos, generar y compartir información y conocimiento, gestionar el conflicto, crear espacios de diálogo, lograr consensos, promover una sinergia colectiva en el territorio… Y fundamentalmente, articular políticas.

Esta nueva etapa del desarrollo territorial en Argentina implica articular distintas políticas y estrategias tanto verticalmente -entre Nación, provincias y municipios- como horizontalmente -entre los distintos ministerios y organismos vinculados con la temática-. El desarrollo territorial incluye, no sólo al ordenamiento territorial y a la gestión del suelo sino también a todas aquellas políticas públicas integrales de desarrollo territorial que inciden positivamente en el territorio, es decir, a las políticas de desarrollo urbano, de infraestructura y provisión de equipamientos básicos, de desarrollo económico local, de coordinación de programas e instrumentos de financiamiento para el desarrollo, de promoción y despliegue de la economía social y solidaria (ESS) y el cooperativismo, y principalmente a la elaboración de una Estrategia Territorial de Desarrollo que guíe a todas los demás lineamientos, tanto a nivel nacional como subnacional. En ese sentido, se deberá entonces tejer vínculos y coordinar pautas de trabajo conjunto con el Ministerio de Desarrollo Productivo, con Desarrollo Sostenible, con Desarrollo Social, con Obras Públicas, con el INAES, con organismos de innovación, etc.

La empresa por realizar, sin duda, es importante pero no es imposible. El país ha dado un gran paso con la creación de un ministerio dedicado al desarrollo territorial. Debemos poner en marcha y activar los mecanismos necesarios para trabajar en el despliegue de las tareas. Tenemos, a lo largo y ancho de todo nuestro país, excelentes profesionales y equipos técnicos; disponemos del capital humano preparado para ello. Será quizás, entonces y de una vez por todas, la hora de darle al desarrollo territorial el lugar que se merece en la agenda pública gubernamental de la Argentina.

* Martín Sánchez es Consultor en Sostenibilidad y Desarrollo Territorial. Titular de la cátedra de Urbanismo y docente de la Maestría en Gestión Ambiental y Territorial de la Universidad de Congreso

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